lunes, 13 de febrero de 2012

Historia de una visitante a Neverland

"Fui diagnosticada con un extraño cáncer de huesos en el año 2000, cuando tenía 15 años. Iba a comenzar la quimioterapia en Agosto de ese año. Muy poca gente lo sabe, pero Michael abrió Neverland varias veces ese año para que cualquiera fuera y disfrutara el parque. Todo era gratis. Las atracciones, los juegos, la comida. Un amigo mío que solía ir allí me llamó una noche para decirme que el parque se iba a abrir durante 2 semanas en Agosto. Les pregunté a mis padres si me llevarían allí las semanas antes de empezar la quimio. Mis médicos aconsejaron que no fuera porque estaba muy débil. Tuvimos que conducir lo que parecieron muchos kilómetros después de pasar las puertas de Neverland para llegar al parque. Mientras íbamos en el coche sentí algo que todavía hoy no puedo explicar. Era casi como una sensación de paz. Cuando mi familia y yo salimos del coche no estábamos seguros de si teníamos que reunirnos con alguien o qué hacer. Finalmente, un hombre se acercó y se presentó, explicándonos cómo funcionaba todo. Le dimos nuestros nombres y nos proporcionaron pulseras, y nos dijeron que podíamos subir a las atracciones que quisiéramos, comer lo que deseáramos, jugar cualquier juego, etc. El hombre mencionó que a veces Michael salía y saludaba a todo el mundo. Mis padres le dieron las gracias a ese hombre y en unos pocos minutos yo ya estaba en una de las atracciones con mi padre. Nos subimos tres veces seguidas y luego cambiamos a otra. Estuvimos haciéndolo durante horas antes de ir a comer algodón dulce y caramelos. Cuando estábamos sentados en nuestra mesa vimos a un grupo de niños corriendo en la misma dirección. Me levanté pero no pude ver nada. Varios minutos después ese grupo empezó a andar hacia nosotros y en ese momento vi a Michael. De pie bajo un enorme paraguas y riendo mientras los niños le agarraban de los brazos y piernas y le abrazaban. Entonces mi madre me cogió de la mano y fuimos hacia él. Nos presentamos y mi madre le dijo que estábamos pasando un día fabuloso. También le habló de mi cáncer y que iba a empezar la quimio la semana siguiente. Cuando dijo eso, Michael puso su mano en mi cabeza y dijo "Dios te bendiga". Cuando me tocó sentí la misma sensación de paz y comodidad que sentí cuando pasamos las puertas de Neverland. Él se quedó ahí y habló con nosotros un par de minutos antes de irse. Seguí montando en las atracciones con mi familia y los otros niños pero no podía dejar de pensar sobre ese encuentro con él. Cuando íbamos a irnos esa noche el hombre con el que habíamos hablado cuando llegamos paró el coche y nos dio una nota. La nota era de Michael y nos invitaba a los tres a cenar con él. Sin dudarlo, mi padre dijo que sí y el hombre nos llevó hacia otra puerta que llevaba a la casa principal. Me sorprendí cuando llegamos a la casa. Esperaba que fuera una mansión enorme pero no lo era. Cenamos con Michael y sus hijos esa noche y, hasta ahora, esa ha sido la mejor noche de mi vida. Después de la cena Michael preguntó a mis padres si les parecía bien que rezara con nosotros y por supuesto le dijo que sí. Nunca he oído a nadie rezar como él. Yo tenía 15 años y me hizo llorar. Cuando finalizamos el rezo, abrí mis ojos y miré a mis padres, que también estaban llorando. Michael fue tan amable que nos enseñó las cosas que no habíamos visto durante la mañana. Nos mostró el cine. El cine de Neverland no era el típico, había camas para los niños que estaban demasiado enfermos como para sentarse. Después de hacer el tour, le dimos las gracias a Michael y nos despedimos. ¡Imaginaos la sorpresa de mi madre cuando recibió una llamada suya días después! Imaginamos que consiguió nuestro número del papel que firmamos cuando entramos en Neverland. Le preguntó cómo estaba y ella le dijo que empezaba la quimio el lunes. Michael le dio un número para poder llamarle directamente y le pidió que por favor le llamara para informarle de mi estado a mitad de semana. Ella aceptó. El lunes por la mañana fui al hospital, preparada para empezar la quimio. Cuando el médico entró en la habitación nos dijo a mis padres y a mí que nos sentáramos. Teníamos miedo porque pensábamos que nos iba a decir que el cáncer se había extendido. Me habían hecho tests de sangre y escáneres 2 días antes, que es lo típico en este tipo de situaciones. Cuando el médico empezó a hablar miró a mis padres y dijo "No sé cómo deciros esto. No sé cómo explicarlo pero Danielle ya no tiene cáncer. No hay ninguna señal de él en ninguno de los escáneres que hemos hecho". Mi madre, mi padre y yo nos sentamos mirándole y finalmente mi madre se puso a llorar. Nos fuimos del hospital y la primera cosa que mi madre hizo cuando llegamos a casa fue llamar a Michael. Yo tenía mucha vergüenza porque ella estaba llorando en el teléfono pero me lo dio para que yo hablara con él y me di cuenta de que él también había estado llorando. Durante años Michael siguió en contacto con mi familia y nos llamaba varias veces por teléfono para decir hola. A veces nos mandaba regalos y cartas. He estado sin cáncer durante 10 años. No puedo explicar lo que pasó cuando fui a Neverland. No tiene lógica. Quiero que la gente sepa que no soy la única que visitó Neverland estando muy enferma y salió de allí mucho mejor. Hay cientos, si no miles, de gente así. Nuestras historias nunca se hicieron públicas porque Michael no quería que lo fueran. Era un hombre maravilloso. Nunca he conocido a nadie que se preocupara tanto no sólo por los niños sino también por la gente en general" Autora Anónima

No hay comentarios:

Publicar un comentario